La metonimia de Rita Barberá

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Foto: frame del vídeo de J. Forés y P. Sánchez publicado en lasprovincias.es*

Una metonimia es una figura literaria que se utiliza para identificar un todo por alguna de las partes que lo caracterizan. Es relativamente común emplearla para referirse a los músicos que tocan los tambores en una banda de música o para indicar los años de edad que tiene una persona determinada. Es entonces cuando contamos que “había seis tambores” o que “contaba cuarenta primaveras”.

El límite de las figuras literarias a veces es algo difuso y pueden confundirse entre sí. Sin embargo hay un problema mayor al de errar en la identificación entre, por ejemplo, una metonimia y una metáfora. Me refiero al uso que en beneficio propio hacen de un todo algunos dirigentes políticos. Pongamos por ejemplo que ese todo sea el Ayuntamiento de Valencia y que la dirigente en cuestión sea Rita Barberá.

Cuando un político pierde la perspectiva del servicio público puede cometer el grave desmán de erigirse en dueño de todo aquello que ocupa de forma temporal. Tan temporal como lo deseen los ciudadanos. Y es entonces cuando hay que dejarles claro que el todo no les pertenece. Que el Ayuntamiento no es de Rita Barberá, sino de Valencia y los valencianos.

Esto que parece algo evidente puede llevar a algún votante popular a entender que no lo ha de defender, puesto que tal vez vea a sus rivales políticos como algo muy alejado de lo que cree que ha de ser Valencia y sus instituciones. Pero entonces, como buen demócrata que será, tendrá que ponerse en la difícil y casi utópica situación de ver con la vara de mando a uno de esos partidos que ahora están en la oposición. Evitar que Barberá se apropie de lo que no es suyo es tan lícito y necesario como evitar que lo hagan quienes le sucedan en la alcaldía de la ciudad, se llame Joan Calabuig, Joan Ribó, Amadeu Sanchis o Jorge Bellver.

Ayer en el balcón del Ayuntamiento había personas que habían sido invitadas por partidos que representan a los ciudadanos de Valencia. Sin embargo Barberá y su oscurísimo escudero Miquel Domínguez entendieron que allí no podían estar. En ‘Casa Rita’, como apunta Josep Rodríguez, no hay lugar para quienes no acatan la ideología oficial. Y eso es preocupante, tanto si pasa en Venezuela, como si pasa aquí.

Calabuig, Ribó, Sanchis, Bellver o cualquiera que opte a ser el futuro alcalde de Valencia ha de comprometerse a acabar con esos comportamientos mafiosos y violentos. Mafiosos porque no se puede exigir decoro en una camiseta cuando se carece de él en el corazón; violentos porque apenas cuatro jornadas después del Día Internacional de la Mujer en el Ayuntamiento de Valencia, que no de Rita Barberá, se ejerció la violencia contra una mujer que no hizo más que quitarse una chaqueta cuando todos los actos oficiales ya habían acabado.

La persona que abusa de su autoridad es una dictadora. Y no hay lugar para la confusión con una metonimia, pues no es una figura literaria sino una definición de la Real Academia Española.

* Foto del balcón del Ayuntamiento tras la mascletà del 12 de marzo de 2013. Un agente de la Policía Local, de espaldas, expulsa del balcón a Xelo Miralles (con el brazo en alto), elegida por les Corts como miembro del Consell d’Administració de la nueva RTVV; delante de ella, una mujer que no quería que los medios de comunicación hicieran su trabajo ni que usted viera el vídeo de lo que había pasado en el Ayuntamiento.