¿Qué dirían de ti tus vecinos si te asesinaran?

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Desde el “se veía venir” al “no me lo puedo creer”, pasando por toda suerte de elucubraciones y cotilleos que no hacen más que deshonrar la memoria de la persona fallecida. Los testimonios de los vecinos se han convertido en uno de los principales recursos periodísticos cuando la información oficial de un suceso trágico llega con cuentagotas. La calidad de la información obtenida de ellos es harina de otro costal.

En el país de ‘Gran Hermano’, ‘Gandía Shore’ u ‘Hombres y mujeres y viceversa’ es recurrente la búsqueda del morbo y los detalles más truculentos en la elaboración de lo que debería ser una información periodística. No es algo esporádico. Basta con hacer una búsqueda virtual sobre los últimos crímenes recogidos en prensa para presenciar toda una batería de chismorreos que no aportan nada a la noticia.

Que todos los vecinos que se agolpan a las puertas de un domicilio donde se ha producido un crimen familiar te indiquen que las discusiones eran constantes y muy estentóreas puede ayudar a hacerse una idea de lo problemática que era la convivencia en ese hogar. Sin embargo es cuestionable la aportación de un vecino que diga que no se cree lo que ha ocurrido o que la víctima era muy buena persona. Su publicación es gratuita.

El colmo de lo que no es admisible lo podemos encontrar en testimonios muy diversos: desde los que apuntan supuestos problemas mentales de alguno de los protagonistas de la historia (“incluso algunos llegan a confirmar que padecía esquizofrenia”. Sí claro, allí estaban ellos cuando se la diagnosticaron),  que juegan a la videncia (“se veía venir porque Luis era muy violento”. ¿Por eso no interpusiste ni una denuncia ni media?) o los que se inventan historias, a todas luces falsas, para ganarse un minuto de gloria (“le llamó por teléfono para decirle que estaba enfermo y que regresara a la casa y cuando ella llegó le dio un hachazo en el cuello y varios en la cabeza”. ¿Una vecina puede contar una llamada telefónica entre la víctima y el agresor con tanto detalle? ¿Les tenía pinchado el teléfono?).

Cuando el periodista incluye testimonios que no se pueden contrastar lo mínimo que se le debe exigir es que no incluya referencias que afecten a la intimidad de los protagonistas, sobre todo si se trata de la víctima. El derecho a la intimidad también se debe defender cuando se trata de cubrir un suceso. Por eso habrían de evitarse las referencias más amarillistas: “ella quería dejarlo”, “no lo abandonó por lástima”, “él venía de una relación fallida”, etc.

En caso de duda la decisión ha de pasar por no publicar el testimonio de los vecinos en cuestión. Si hay duda se demuestra que el contenido de las declaraciones no son tan importantes. Ese podría ser el límite. Cada uno puede establecer la frontera de lo permisible en función de criterios morales, pero antes de jugar con la intimidad de los demás lo mejor que podemos hacer, como siempre, es pensar cómo nos gustaría que nos trataran si nosotros fuéramos los protagonistas. ¿Nos conocen nuestros vecinos? ¿Qué dirían de nosotros esos vecinos si hubiéramos sido nosotros las víctimas del crimen en cuestión?