Escraches en democracia

ImagenFoto: captura del vídeo de Javier Alekos en Youtube: escrache a Gallardón

No me gusta el escrache. No me gusta porque acerca a la víctima a comportamientos únicamente adoptados por los verdugos y se acaban equiparando unos y otros perdiendo la perspectiva de quién era una cosa y quién era justo la contraria. No me gusta porque las personas no somos iguales y es imprescindible que en todo momento quede claro en qué lado está cada pieza del puzzle. Y ha de estar claro sea cual sea el cristal con que se mire.

Sin embargo las protestas contra los desahucios no están equivocándose en todo. Más bien al contrario. Heredado de otros estallidos sociales provocados por los mismos protagonistas incompetentes existe un lema que permite reflexiones extensas. ‘Lo llaman democracia y no lo es’ es uno de los gritos que más se escuchan en las manifestaciones y a esa misma conclusión pueden llegar los 1.700 alumnos de un curso que está impartiendo la Universidad de Texas desde hace dos semanas.

Como base del curso especializado en la cobertura de procesos electorales se plantean los límites del concepto de democracia. La primera regla pasa por olvidar las antiguas fronteras de su definición: la democracia va mucho más allá del sistema que permite a un elector decidir quién es su representante. La democracia  ha de ser además el sistema que garantice ese poder de decisión en un contexto de equidad social, política y civil.

Los estudiantes de ese curso, procedentes de decenas de países diferentes, también aprenden cuáles son las prácticas antidemocráticas más habituales de la democracia. Esto es importante porque para mejorar un entorno resulta fundamental conocer cuáles son sus puntos más deficitarios.

Estudian que un dirigente político de un sistema democrático ha de preocuparse por conocer las necesidades de los ciudadanos a los que quiere representar. Su obligación, indica, es luchar principalmente por acabar con el desequilibrio económico y social. Y ante esta premisa podemos formularnos muchas preguntas relacionadas con el escrache…

¿Quiénes hacen más por conseguir la equidad: los políticos desde el parlamento o los manifestantes en las puertas de sus domicilios? ¿Los políticos se sienten obligados a solucionar la desigualdad? ¿Cómo se les puede presionar para que reaccionen y hagan lo que hasta en los libros de texto dice que debe hacer cualquier político de toda democracia que se precie como tal? ¿Qué tipo de presión es permisible? ¿Cuál no?

Aunque las respuestas a estas preguntas parezcan conducir en un único sentido sigo dudando de esas prácticas que algunos políticos acaban utilizando a su favor. Son quienes crean el problema e incluso lo fomentan, o al menos quienes no lo solucionan pese a pedir el voto para hacerlo. Eso no es lo que dice el curso que ha de hacer un político en una democracia. Pero claro, también indica que en una democracia consolidada los políticos han de elegirse en procesos transparentes y nunca a dedo. Así nos va.