La Valencia azulgrana

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Imagen: levanteud.com

No importa tanto si es el equipo de fútbol de la ciudad con más años a las espaldas. Tampoco importa si circunstancialmente está por delante o por detrás en la clasificación. A veces se puede llegar a pensar que tampoco importa si gana o pierde. Lo que realmente es de un valor vital es que sus aficionados puedan salir hoy a la calle orgullosos y felices. Ese es el gran mérito y el gran aval del actual Levante Unión Deportiva.

Las generaciones más jóvenes no conocen aquel Levante que en los años 90 regalaba entradas en los colegios para poder darle un poco de color y de vida a las gradas del entonces Nou Estadi. Era en beneficio propio, sin duda, pero también era una iniciativa que permitía democratizar el fútbol. Muchos niños y adolescentes percibían por primera vez ese olor tan característico de la hierba recién cortada justo antes de un partido en el que el rival coqueteaba con el descenso a Tercera División.

Lo importante no era la victoria, que también, sino el ruego que desde aquel equipo modesto se hacía a los jóvenes de la ciudad para que lo acompañaran un rato y luego decidieran si volver a repetir en una nueva cita. Lo importante era lo humano, ese factor a veces tan degradado en el olimpo de las estrellas futbolísticas que llegan a los entrenamientos con vehículos que cuestan más que la vivienda de muchas familias.

Aquel equipo fue creciendo con la ambición y las malas formas de alguno, pero sobre todo con la ilusión y el esfuerzo de muchos. Y a pesar de los apuros, que los ha habido y bien grandes, se han sabido hacer las cosas para llegar a la cúspide deportiva sin dejar de priorizar el respeto a su propia coyuntura económica. Es la buena gestión en esto lo que ha permitido el éxito en aquello.

Esta semana el Levante ha culminado una trayectoria fuera del alcance de equipos menos modestos en lo económico. La profesionalidad y el entusiasmo en los despachos, en el terreno de juego y en las gradas permitieron que su escudo azulgrana ondeara por toda España como el líder de la Primera División. Esas mismas virtudes lo llevaron a soñar con la Champions League hasta la última jornada de la Liga pasada. Y también esas cualidades son las que ha exhibido sin complejos en campos de toda Europa.

Este Levante ha dejado de ser modesto, si no en lo económico sí en su capacidad de hacer felices a quienes lo sienten como propio. Este Levante ya no necesita demostrar si nació antes que su eterno rival o si puede ganarle en un duelo directo. La rivalidad deportiva que no existía hace unos años ahora ya es innegable. De hecho será su eterno rival quien tendrá que esforzarse esta vez por conseguir rivalizar con el Levante en el sentimiento de orgullo que este es capaz de inocular a sus aficionados. Palabra de un valencianista.